El tren en busca de su destino
Pasó el tren, pero esta vez decidí no cogerlo. Ese no era mi tren y este tampoco es mi andén. No me quedaré esperando algo que nunca fue. No quiero que el azar juegue con mis cartas, porque ahora soy yo quien las pone sobre la mesa. Porque el destino aunque esté en constante cambio, no quiero volver a coger caminos que no conducen a nada. Ni esperar trenes que está claro que no son para mi. No quiero volver a almacenar recuerdos, porque lo único que hago con eso es hacerme daño con ello, no avanzar y no dejar ir. No quiero esperar a nadie, salvo a mi misma. El tren que me gustaría coger, es aquel que cuando llegué al andén, en el andén contrario al mío, me vea a mi misma. Significando que se que tren quiero coger y se a donde voy y he luchado por conseguirlo. Como si mi pasado y mi presente se juntan yendo a un futuro al que en verdad quiero ir. Ser la dueña de mi viaje y de mi tren. Sin que nadie me condicione. No más viajes a corta distancia que lo único que hacen es marear y hacerme sentir mal. No coger un tren con el fin de llegar algún destino, porque el destino lo he de marcar yo. Pasarán miles de trenes y eso no significa que tenga que montar en todos. Porque al final, el camino es el que hace uno mismo día a día. Habrá trenes que estén destinados a descarrilar, pero eso no significa que para ese entonces esté montada en el. Quien dijo que el tren solo pasa una vez. Quien dice de no explorar las vías a pie, para saber de antemano qué caminos hay.
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